Casi podríamos decir que fue el protagonista inesperado del Unpacked de Samsung de este año: el DeX, tratándose de un accesorio, se llevó buena parte del foco y los comentarios, mientras que la presunta estrella, el Galaxy S8, no brilló tanto. Esto segundo posiblemente sea debido a que se filtraron el grueso de las especificaciones del dispositivo hace semanas y nos quedamos sin margen para la sorpresa. Sí, el telonero brilló más que el artista principal, y lo hizo por un loable motivo: se trata de un producto diferente.
¿Por qué DeX es diferente? No vamos a decir ahora que el planteamiento de este periférico es completamente innovador, puesto que la idea la habíamos visto antes, pero sí es cierto que llega en un momento muy especial. DeX convierte básicamente el Galaxy S8 en un ordenador de sobremesa hecho y derecho, y lo hace justo en el momento en el que, por primera vez, Android adelanta a Windows como sistema operativo más utilizado en todo el globo. Pero vamos por partes, porque no es oro todo lo que reluce.

Lo primero que hay que comprender es que DeX únicamente hace de puente entre el smartphone y -esto es importante- el resto de complementos necesarios para usar el 'ordenador' en modo desktop: la pantalla, el teclado y el ratón. Hay que reconocer que este esquema de uso representa la máxima expresión de la conocida como 'Era post-PC': un móvil que sirve para todo y que hace que dejemos atrás el ordenador. La idea, sobre el papel, es buena, pero... ¿es real?.
Vayamos a casos prácticos para entender la verdadera utilidad de DeX. ¿Cuándo se utilizaría? ¿En qué situaciones?:
· Como 'ordenador' principal en casa: teniendo sobre la mesa la pantalla, el teclado y el ratón -junto con el DeX, naturalmente-, podremos llegar con el S8 y trabajar o jugar sin necesidad de un ordenador de sobremesa y portátil.
· En el puesto de trabajo: dejar conectado el DeX a nuestro puesto principal de trabajo y ocasionalmente utilizando el S8 como ordenador de viaje o segundo ordenador.
· De viaje en los hoteles: se puede llevar el DeX encima (junto con un ratón y teclado portátil) para poder utilizar el televisor del hotel como pantalla principal y montar una base de trabajo completa en cualquier punto del globo.

Ahora bien, ¿son reales estos escenarios? El primero de ellos es, posiblemente, el que más se acerque a la realidad: son cada vez más las personas que no necesitan un ordenador completo y para navegar por la red o leer el correo y redes sociales, el DeX les sería más que suficiente.
En este caso, el periférico sí tendría su justificación. En el trabajo y como segundo ordenador, sus beneficios se diluyen más: ¿vamos a duplicar el contenido cuando la tendencia es a tenerlo casi todo en la nube? ¿Qué llevaríamos en el S8 y qué dejaríamos en el ordenador?
El escenario de los viajes también pierde bastante fuelle: si tenemos que cargar con un teclado y ratón, por muy portátiles que sean, ¿no compensa más llevarse un tablet con teclado o un convertible? Así las cosas, DeX es un periférico brillante pero que será utilizado por un número muy marginal de usuarios y en situaciones específicas. Es un gran intento, pero que no terminará de cuajar por completo hasta que no haya una convergencia total entre sistemas operativos móviles y de sobremesa.
 
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